sábado, 20 de febrero de 2010


El día 21 de septiembre se supone que es el día del fotógrafo. El tan majo camarero del bar, donde habitualmente vamos cuando hay algún hueco entre clases y hace frío, nos lo dijo. Y hasta puede que sorteen un objetivo!

Esta foto me la hizo Elizabeth un día de tantos en los que no vino ni Peter a primera hora, ni a última.
Se ha creado una costumbre que se repite cada día más, y hasta se puede masticar. El plan es el siguiente: miras el móvil pensando ¿será demasiado pronto? o ¿qué hago aquí pudiendo estar comiendo relajadamente en mi casa? y te preguntas qué hacer, te paseas, te sacas un café, fumas hasta la saciedad, montas los focos... Por eso aprovechamos para tirar 2 ó 3 fotos chorra antes de empezar con los ejercicios; el plató es todo tuyo. Bueno casi, algún moscón, véase mi profesor, entra a incordiar y te cambia todo de disposición cuando lo tienes todo montado. Pero me gusta que no haya excesivo ajetreo, el horario lleno, pero sin sobresaltos. Será que no tengo nada mejor que hacer, ni tanta vida social, que ir a clase, aguantar pero reirme de los graciosos moscones, y resignarme a saber que por suerte estará mi grupo de trabajo y alguno o alguna que otro del que contagiarme la risa floja, reir en vez de llorar, que es mucho mejor.
Cuando vienen por casualidad yo me alegro, la verdad, en el momento que se animan, una de las profesoras se pilla una baja por ¿afonía? y nos vamos a tomar algo al bar, o lo que es lo mismo, ahogar las penas entre tercio y tercio, con olivas y cacahuetes.
Mi índice de alcohol en sangre ha augmentado excesivamente desde que estudio fotografía...

1 comentario:

  1. estudiar fotografía parece divertido, al menos entre clase y clase.

    bonito blog :)

    ResponderEliminar