domingo, 26 de octubre de 2014

Ikebana: Cielo, Tierra, Hombre









El Ikebana es el arte floral japonés, me ha enamorado. Es pura escultura, vacíos, formas asimétricas pero armónicas. Es un arte aparentemente simple y frío pero muy profundo. Se remonta al siglo VI, siendo cosa exclusiva de los hombres samuráis a los que se les obligaba para que afinaran el espíritu. Mucho más tarde, en el siglo XIX pasaron a practicarlo las mujeres. En un principio surge del Sintoísmo, religión asociada a la armonía con la naturaleza pero más tarde pasó a ser parte del Budismo, como ofrenda a Dios y a la naturaleza. ''Vana'' significa flor, ''Ike'' significa vida,  por lo que es un arte que busca mantener vivas las flores, además de representar lo que una persona saca de sí misma.

El Moribana o flores agrupadas representa el paisaje ideal, es el estilo básico de Ikebana y el que he aprendido a hacer en el taller del Jardín Botánico de Valencia, por la asociación de Ikebana-Sokosai.

Los japoneses tienen el número par prohibido, por eso los Ikebana siempre se elaboran en tres partes: Cielo, Tierra y Hombre.
La rama más alta representa el cielo ''shin'', la segunda rama siempre por debajo de la más alta, es un pequeño cielo ''hikae''. El ''ku'' es el vacío y siempre queda entre los dos cielos.
Por debajo de todas ellas está la humanidad ''gyo'',  la tierra ''tome'' y por último el ''do'' que es la flor y representa al autor de cada Ikebana, refleja su estado de ánimo y su personalidad.
Mejor, en silencio.


No te apegues a nada, la belleza de las flores es transitoria; el verdadero arte consiste en hacer vibrar, una y otra vez, las cuerdas del alma con la música de la naturaleza




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